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Ser profesional, conocer a alguien y  casarse para tener hijos se ha convertido en un cliché no-válido que no es el sueño de todos.

Diana Zerda. Estudiante de pregrado en Antropología.

 

Los tiempos ahora son otros. Algunos jóvenes de hoy, hablan de sus planes de vida pero no mencionan querer tener hijos. La juventud está dispuesta a tomar decisiones riesgosas. Sin embargo, lo piensan dos veces cuando son interrogados sobre si llegarían a ser padres.  “¡No!”, es lo primero que dicen. Algunas respuestas flotan en el aire. Las personas se dan un momento para comprender la dimensión de la pregunta. “Claro que todo el mundo quiere tener hijos, sólo que ahora no”, responde la mayoría de los entrevistados. La edad, la situación económica y estudio son algunas de las razones para estas personas. De cualquier modo, existen otras posiciones.

 

“No, no quiero tener hijos por muchas razones. El parto natural es muy doloroso. Hay que tener paciencia al tener a cargo otra persona. No podría dejar de hacer cosas por otra persona. Primero estoy yo”, dice Luisa Solano, quien antes de graduarse de la universidad tiene en sus planes realizar un viaje por Asia. Como ella, son varias las personas que mencionan querer recorrer el mundo, conocerlo. Y para ello, no quieren ataduras.

 

“Siempre me incliné hacia un ‘no’ porque es poco práctico. Puede sonar muy feo, pero un hijo siempre es un estorbo. Quiero hacer muchas cosas y con un hijo, eso ya no es posible. Que sea un plan a futuro y quiera eso sobre otros proyectos, no.” Esta es la posición de David Otalora, estudiante universitario de 23 años, quien piensa dedicar su vida a desarrollar sus pasiones.

 

Juan Manuel Vargas de veintisiete años, concluye tras una larga reflexión que le gustaría enseñarle a alguien cosas que él ha aprendido, como cualquier padre le enseña a su hijo. Acerca de esto Andrea Bedoya, próxima a obtener su grado de maestría, manifestó: “Uno se prepara para algo. Uno no se esfuerza por estudiar, por llegar a ser una persona que en un futuro esté sola con un montón de libros, sin poder compartir el conocimiento adquirido con alguien más”.

 

Hombres o mujeres, en ambos comienza a surgir una firme decisión que contradice los paradigmas sociales. Luz Helena dice: “Me da rabia que la opción por default sea tener hijos y que a todos les parezca muy natural. Nadie tiene que justificar su decisión de tener hijos, pero sí hay que justificar no tenerlos’. Como ella, cada vez son más quienes ven su camino diferente al que se ha pintado por años: estudiar para conseguir un trabajo estable y después, encontrar a alguien con quien se pueda organizar una familia.

 

Dentro de las razones para no tener un hijo, está no querer ser papá o mamá. Para Luz Helena las cosas tienen este tinte: “Creo que para que un niño crezca como un adulto más o menos funcional en esta sociedad, es necesaria la autoridad. Pero indiscutiblemente no estoy dispuesta a aplicar autoridad en nadie, mucho menos en una criatura que no entiende aún cómo resistir”, dice, “y bueno –añade-, está el asunto de que en ningún momento en mi futuro me imagino en la situación hogar-familia-estabilidad, que considero adecuada para tener un hijo”’.

 

¿Existe un sentimiento de responsabilidad con la sociedad? ¿Cuántas personas consideran el entorno al que traerían un hijo antes de hacerlo? Tener hijos o no es relativamente una de las decisiones en la vida de las personas que resulta ser atravesada transversalmente por la fuerza de la naturaleza. En palabras de Andrea Bedoya: “La mujer no tiene capacidad de decidir en un 100%”.

 

A través de las generaciones, se ha observado que los jóvenes cada vez tienen más tendencia  a la libertad sexual. A su paso se han desarrollado bastante los métodos anticonceptivos. Mecanismos que van desde la protección, la prevención y pueden culminar en una negación, un aborto o la creación de seres genéticamente modificados. En el mundo de hoy hay lugar para cualquier tipo de pensamiento y deseo. Es fácil moldear el futuro a la medida de cada quién. Pero poco a poco el ciclo de la vida pierde su validez y se altera la tradición. Pues el capítulo de ‘tener hijos’ se desdibuja con rapidez del libro en que se escriben hoy las historias de vida.

 

*Los nombres fueron modificados a petición de los entrevistados.                

"Primero estoy yo"

Por: Diana Zerda

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                                            de

           Fundas

 

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