Todo esto, para que los ciudadanos tomen decisiones libremente, para actuar en contra o apoyar las medidas de sus mandatarios, y que éstos a su vez respeten la opinión de sus ciudadanos (tanto a las personas que representan como las que no) a la hora de tomar decisiones políticas relevantes.

 

Pero existen varios problemas con aquella forma innovadora de ver a Twitter.  Primero, como lo señala el sociólogo español Manuel Castells: “Twitter se ha estancado en cierto modo porque no permite una interacción suficientemente rica como otros espacios sociales”.Éste punto es importante, al restringir el número de caracteres, se restringe la forma de expresar las ideas. Éste mundo es muy complejo, como para resumir, procesos históricos, personales, ideas políticas, filosóficas, un sinfín de información… en sólo, 140 caracteres.

 

Asimismo, como lo resalta el profesor de la Universidad de los Andes Carlo Nasi,  Twitter es una herramienta complicada, las opiniones anónimas y el bombardeo de información, no sirven mucho a la hora de querer informar de verdad y libremente. Lo que ocurre con un espacio tan amplio es que en vez de informar a la sociedad, ésta cae en el riesgo de  permanecer desinformada, con opiniones en conflicto o con opiniones herradas de los sucesos.

 

Un ejemplo de lo anterior, se suscitó en las últimas semanas con el Paro Agrario, que se desarrolló en ciertas zonas de Colombia. Con el Paro Agrario, se puede confirmar que la múltiple información en las redes sociales, cargada y proveniente de diferentes fuentes, lugares y personalidades, lo que genera realmente es: desinformación. Pareciera ser que la avalancha de “Tweets”, de cadenas, “memes”, comentarios y demás, aproximan a la opinión pública a una serie de esquizofrenia, ya no se sabe a quién creerle o realmente que fue lo que sucedió.

 

Si bien, la fuerza pública ha sido grabada en varias oportunidades agrediendo a campesinos y a protestantes, abogando que son personas pertenecientes a las FARC, delincuentes o “desadaptados”. También se han visto personas pertenecientes a la fuerza pública, heridas por instrumentos poco convencionales o linchadas por manifestantes.

Se ha llegado al punto de múltiples pruebas, cientos y miles puntos de vista, pero nadie, absolutamente nadie sabe en realidad lo que sucedió, las versiones de los hechos abundan y crean cierta polaridad hacia los bandos de la protesta, se vuelve la información una herramienta más política que informativa.

 

Y así, mientras tanto, las redes sociales se siguen moviendo, cada segundo alguien escribe, “retwittea”, responde “tweets” un sinfín de movimiento continúa mientras usted lee éste artículo. La información no para. Sería oportuno un respiro de ella, para analizar la información contenida en los 140 caracteres y poder así, tener una visión más crítica, pero la esquizofrenia mediática continua.

Expresidentes, el presidente, alcaldes, ministros, jefes de asociaciones, comentan al respecto de miles de temas, que no se pueden comprenden bien en 140 caracteres. Bastaría con hacer un alto en el camino y analizar las posturas y tratar de verlas de una manera crítica, pero con la inmediatez, ya no hay tiempo de nada, curioso dilema el de la información instantánea. Y curiosa sin salida, la que trae la masividad de la información con la democracia, puesto que el gobierno de todos termina siéndolo, literalmente. Pero, con un gobierno de muchos el contenido, la forma y la profundidad, se pierden en el espacio cibernético, lleno de todo, pero gracias al tiempo, lleno de nada.  Entonces ¿Twitter sí es una herramienta para la democracia?